Cuando los niños entran en el radar del narcotráfico: una alerta que llega desde Europa y nos interpela en Uruguay
Muchas veces pensamos que los problemas más graves del narcotráfico pasan lejos, en otros continentes. Pero recientemente un artículo de BBC Mundo volvió a poner el foco en una realidad que debería hacernos pensar, incluso desde Uruguay. La nota describe lo que está ocurriendo en algunos países de Europa, especialmente en zonas vinculadas a grandes puertos y rutas de ingreso de droga.
Según BBC Mundo, “las bandas criminales comenzaron a utilizar a niños y adolescentes para tareas vinculadas al narcotráfico”, aprovechando su vulnerabilidad, su necesidad económica y el hecho de que, por su edad, enfrentan menos consecuencias penales.
El artículo menciona casos de chicos muy jóvenes, algunos de apenas 13 o 14 años, que son captados para mover droga, vigilar zonas o hacer “mandados” para las bandas. No porque quieran una vida criminal, sino porque alguien les promete plata rápida, pertenencia o una salida que sienten que no tienen. Como señala la BBC, “para las organizaciones, los menores son fácilmente reemplazables”, una frase dura que muestra hasta qué punto estas redes deshumanizan a los más chicos.
La preocupación social ya existe hace tiempo en Uruguay; muchas familias sienten que la amenaza está más cerca de lo que se piensa —no tanto por gigantescas rutas de drogas, sino por el impacto que la cultura del narco y la precariedad social pueden tener sobre niños y adolescentes. Esta preocupación se ve especialmente cuando hay noticias de violencia o cuando los jóvenes empiezan a verse tentados por “dinero fácil” en contextos donde falta apoyo educativo, familiar o comunitario.
Mirar esto desde Uruguay incomoda. La pregunta que surge es inevitable: ¿estamos tan lejos de esa realidad?
Uruguay tiene desafíos propios: desigualdad, barrios donde el Estado llega poco, adolescentes que abandonan el sistema educativo y pasan muchas horas solos o conectados a redes sin control. Ese es el caldo de cultivo que en Europa permitió que el narcotráfico empezara a reclutar menores, no de un día para el otro, sino de forma silenciosa y progresiva. Cuando el narcotráfico empieza a usar niños, ya no estamos hablando solo de seguridad, sino de un fracaso social profundo. Y eso nos involucra a todos: familias, escuelas, barrios, autoridades y ciudadanos comunes.
¿Qué deberíamos esperar entonces de las autoridades de gobierno? Que impulsen políticas públicas capaces de detectar a tiempo las señales de captación de niños y jóvenes; que promuevan espacios seguros para que niños y adolescentes crezcan lejos de la influencia del crimen organizado; y que fortalezcan la educación, el acompañamiento familiar y la participación social como herramientas clave para reducir la vulnerabilidad antes de que el problema se vuelva irreversible.
Fuente: BBC NEWS MUNDO Foto: DPA vía Europa Press
