En algunos contextos, contar una historia puede convertirse en un riesgo personal, incluso cuando el objetivo es hablar de una pelota, una camiseta y una tribuna.
De cubrir fútbol a enfrentar una condena: el caso del periodista francés detenido en Argelia
Lo que comenzó como un viaje de trabajo para hacer un reportaje deportivo terminó de la peor manera para el periodista francés Christophe Gleizes. El reportero, especializado en fútbol, fue condenado a siete años de prisión en Argelia tras ingresar al país para cubrir la realidad de un club histórico del fútbol local.
Gleizes había viajado en 2024 con la idea de realizar una nota sobre la Jeunesse Sportive de Kabylie (JSK), un equipo muy popular en la región de Kabylie, al norte de Argelia. Sin embargo, durante su estadía fue detenido por las autoridades y acusado de cargos graves como “apología del terrorismo”, algo que tanto él como su defensa niegan de forma tajante.
Según organizaciones internacionales de prensa, el periodista estaba realizando una tarea estrictamente profesional, vinculada al deporte y sin ningún tipo de actividad política. De hecho, su trabajo se centraba en la historia del club, el rol social del fútbol en la región y el vínculo de los hinchas con la identidad local.
La sentencia generó una fuerte reacción en el mundo del periodismo y el deporte. Colegas, medios y asociaciones defensoras de la libertad de prensa denunciaron que se trata de un caso que pone en riesgo el ejercicio del periodismo, incluso cuando se trata de coberturas deportivas. Para muchos, la condena es desproporcionada y sienta un precedente preocupante.
En los últimos días, la defensa de Gleizes presentó un recurso para apelar la decisión, mientras continúa una campaña internacional que reclama su liberación. Bajo el lema #FreeGleizes, periodistas y figuras públicas exigen que se revise el fallo y se respete el derecho a informar.
El caso vuelve a dejar sobre la mesa una realidad incómoda: cubrir fútbol no siempre es solo deporte. En algunos contextos, contar una historia puede convertirse en un riesgo personal, incluso cuando el objetivo es hablar de una pelota, una camiseta y una tribuna.
Fuente: El País de España
