Salud mental: el tema que marcó a los jóvenes en 2025 y que promete crecer aún más en 2026
Si hay un tema que atravesó a las y los jóvenes durante 2025, fue la salud mental. No por moda ni por tendencia pasajera, sino porque se volvió imposible de ignorar. Ansiedad, estrés académico, presión social, soledad digital, duelos silenciosos y falta de espacios de contención se instalaron en la conversación pública como nunca antes. Lo que antes se hablaba “entre pocos” este año pasó al centro del debate.
Organizaciones, centros educativos y especialistas coincidieron en algo: el bienestar emocional dejó de ser un asunto privado para convertirse en una prioridad social. A lo largo del año se multiplicaron talleres, espacios de primera escucha, programas de intervención temprana y servicios de apoyo para adolescentes y jóvenes. La consigna fue clara: cuanto antes se intervenga, más posibilidades hay de evitar crisis profundas.
Este viraje no surgió de la nada. Las cifras globales muestran que casi la mitad de los trastornos mentales comienza antes de los 14 años, y muchos pasan años sin ser detectados. Frente a este panorama, 2025 se consolidó como un punto de inflexión: gobiernos, instituciones y organizaciones sociales comenzaron a diseñar políticas más humanas, más accesibles y más cercanas a la realidad juvenil.
En este debate emergió un concepto clave que cambiará la conversación de aquí en adelante: Según el Foro Económico Mundial, la «alfabetización en salud mental» es una competencia fundamental para el siglo XXI, tan importante como la lectura y la aritmética. Esta idea, que hasta hace poco circulaba solo en ámbitos académicos, hoy está en boca de docentes, familias y jóvenes que reconocen que comprender y manejar las emociones es tan vital como saber sumar o leer.
Y aunque el año se termina, el tema está lejos de agotarse. De hecho, todo indica que 2026 lo reforzará aún más. Se espera que el próximo año avance en tres grandes líneas:
1. Programas integrales en centros educativos, que combinen alfabetización emocional, espacios de apoyo y formación docente en detección temprana.
2. Nuevas herramientas digitales, desde terapias híbridas hasta aplicaciones de seguimiento y contención diseñadas para jóvenes.
3. Una cultura de bienestar cotidiano, donde hablar de lo que uno siente deje de ser tabú y pedir ayuda sea visto como un acto de responsabilidad, no de debilidad.
Para las nuevas generaciones, la salud mental dejó de ser “un tema más” y pasó a ser parte de su identidad colectiva. Y si algo dejó claro este 2025, es que cuando la juventud se apropia de una causa, la transforma.
El desafío de 2026 será acompañarlos: escucharlos mejor, darles herramientas concretas y construir espacios donde el bienestar no sea solo un ideal, sino una realidad posible.
