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Violencia digital: cuando el acoso también pasa por el celular

Internet es parte de la vida diaria. Está en el estudio, en los vínculos, en el entretenimiento y en la forma en que muchas chicas y adolescentes se expresan. Pero no todo lo que pasa online es buena onda. Cada vez más jóvenes sufren violencia digital, una forma de abuso que ocurre detrás de una pantalla, pero que impacta de lleno en la vida real.

A nivel global, más de la mitad de las mujeres y niñas dijeron haber sufrido algún tipo de ataque en internet, según datos de ONU Mujeres. El acoso no es un hecho aislado ni lejano: sucede en redes sociales, juegos online, grupos de WhatsApp, comentarios anónimos y hasta en plataformas que forman parte de la rutina diaria.

Una realidad que también se vive en Uruguay

En Uruguay, el problema viene creciendo y preocupa a las autoridades. Desde Fiscalía General de la Nación se ha advertido en los últimos años sobre el aumento de denuncias vinculadas a ciberacoso y grooming, especialmente en niñas, niños y adolescentes. De hecho, las fiscalías especializadas reciben cada vez más consultas relacionadas con situaciones que comenzaron “solo por chat” y terminaron generando miedo, amenazas o manipulación.

A esto se suman datos de AGESIC, que en estudios sobre uso de tecnologías en Uruguay advierte que los jóvenes pasan gran parte de su día conectados desde el celular, lo que amplifica el impacto de estas violencias: el acoso no se corta al salir de clase o llegar a casa, sino que sigue en el bolsillo, las 24 horas.

Por qué duele tanto

Aunque no haya contacto físico, la violencia digital puede generar ansiedad, vergüenza, miedo, aislamiento y problemas de autoestima. Especialistas en salud mental y educación digital coinciden en que, para adolescentes, la exposición pública y la presión social online hacen que estos ataques se vivan con mucha intensidad.

Además, muchas veces el entorno minimiza lo que pasa con frases como “apagá el celular” o “no le des bola”, cuando en realidad bloquear o ignorar no siempre alcanza, especialmente si hay amenazas o difusión de información privada.

Hablarlo también es una forma de cuidarse

En Uruguay existen canales para pedir ayuda: adultos de confianza, centros educativos, líneas de apoyo del Estado y la posibilidad de denunciar ante Fiscalía cuando la situación lo amerita. Organismos públicos insisten en un mensaje clave: no es culpa de quien recibe el acoso y no hay que atravesarlo en soledad.

La violencia digital es real, pasa cerca y nos interpela como sociedad. Entenderla es el primer paso para frenarla y para construir un internet donde expresarse no signifique exponerse al miedo.

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